El golpe de litio

A finales de 2019, violentas protestas sacudieron Bolivia en medio de una profunda crisis política impulsada por acusaciones de fraude electoral. El presidente Evo Morales había buscado la reelección para su cuarto mandato consecutivo, desafiando el límite establecido en la Constitución. Tras ser declarado vencedor, las protestas se extendieron por las principales ciudades de Bolivia.

Poco más de dos semanas después, Evo Morales se rindió a las crecientes presiones y renunció, después de que las fuerzas armadas se lo pidieran públicamente. Ese mismo día huyó del país con su vicepresidente. En un video grabado y difundida ese mismo día, ambos dejaron claro que habían sido destituidos por nada menos que un golpe de Estado.

En los meses siguientes, surgió un intenso debate sobre lo que había ocurrido durante esas semanas decisivas. Unos afirmaban que las potencias imperiales extranjeras se habían aliado con la derecha fascista boliviana para dar un golpe de Estado. Otros afirmabam que «el pueblo» se había levantado contra el dictador Evo, haciendo nada más y nada menos que restablecer la democracia.

Los partidarios de la hipótesis golpista vieron en el litio el motivo de la intervención extranjera en la política nacional. Era evidente que Estados Unidos había derrocado a Evo Morales, un firme crítico del imperialismo estadounidense, para acceder a los enormes recursos de litio en el país. El propio Evo Morales difundió esta explicación en una serie de tuits y entrevistas.

Es cierto que el litio jugo un papel importante en la crisis política. Precediendo las elecciones, y mucho antes de que las protestas se extendieran por todo el país, los Potosinos salieron a la calle para defender su litio. Se les ha tachado de colaboracionistas derechista porque su lucha contribuyó a la caída del gobierno izquierdista de Evo Morales. Frente a estas grandes acusaciones y a estas posturas tan arraigadas, quizá merezca la pena escuchar lo que los propios manifestantes tienen que decir.

Potosí de pie

Estamos a mediados de octubre de 2019 y Potosí se ha paralizado. Los manifestantes bloquean las esquinas de toda la ciudad y han cerrado escuelas, mercados y otros lugares públicos. El Comité Cívico Potosinista (COMCIPO) está coordinando las protestas y se ha unido a otras fuerzas de oposición para llegar al escenario nacional.

En las calles de la Ciudad Imperial

Sin embargo, más allá de los líderes de la oposición, se han movilizado personas de toda la sociedad, desde profesoras universitarias hasta vendedores ambulantes. ¿Por qué salieron a la calle? Para averiguarlo, demos un paseo por la Ciudad Imperial a los pies del infame Cerro Rico.

Es un domingo maravilloso, con temperaturas de verano y un sol agradable a 4.000 metros sobre el nivel del mar. Las calles están bordeadas de banderas que marcan lealtad: roja y blanca para Potosí; roja, amarilla y verde para Bolivia.

Una distribución justa para un futuro mejor

Potosí tiene una íntima relación con la minería. El Cerro Rico fue en su día la mayor mina de plata del mundo y la Ciudad Imperial fue en su día más grande y rica que las capitales europeas, como París o Londres. Pero aunque produjo increíbles riquezas para los colonizadores, el Cerro Rico es tristemente célebre por el sufrimiento y la pobreza que ha dejado. Hoy, Potosí es la región más pobre de Bolivia, que a su vez es uno de los países más pobres del continente.

Miles de mineros artesanales siguen entrando cada día a las galerías del Cerro Rico, pero la gente ya no ve un futuro en lo que solía ser un cerro rico. El rendimiento de los minerales disminuye constantemente y hay temores que el cerro pueda derrumbarse pronto, ya que los innumerables túneles lo han convertido en un queso suizo.

El Salar de Uyuni se ha convertido en la nueva fuente de esperanza para Potosí. Situado a tres horas en coche en el suroeste del departamento, el salar no sólo es un famoso destino turístico, sino también la mayor reserva de litio del mundo. La extracción de litio aún no ha comenzado en este lugar, pero las esperanzas han sido grandes, y las luchas por los beneficios futuros, feroces.

Luchando contra un contrato engañoso

Fue un hecho particular que provocó las protestas en Potosí. A finales de 2018, el gobierno de Morales firmó un contrato de litio con la empresa alemana ACI Systems. Este contrato fue posteriormente criticado por atentar contra los intereses de Bolivia. Potosí, en particular, saldría perdiendo en este acuerdo, o así lo lamentaron los críticos, obteniendo sólo una ínfima parte de los futuros beneficios.

Politizando el litio

Algo tiene que estar mal en el actuerdo del litio. El gobierno firmó un contrato por 70 años con una empresa pequeña y desconocida sin experiencia en la extracción de litio. ¿Quién se beneficiará realmente? ¿De qué trata realmente este acuerdo? Los manifestantes exigen que se abrogue. ¿Cuándo, si no ahora, justo antes de las elecciones nacionales, podrán hacerse escuchar?

Cerrando las calles

Not everyone agrees with locking down the city for weeks to defend a future thanks to lithium. Not everyone complies with COMCIPO’s mandate to close shops and end the day with empty pockets. But we are not the only ones walking through the streets of Potosi, and protests in Bolivia are better organized that you might think.

Sin embargo, no tod@s están de acuerdo de cerrar la ciudad durante semanas para defender un futuro abstracto gracias al litio. No tod@s están de acuerdo con el mandato de COMCIPO de cerrar las tiendas y terminar el día con los bolsillos vacíos. Pero no somos los únicos que recorren las calles de Potosí, y las protestas en Bolivia están mejor organizadas de lo que se cree.

Antropólogo, cada vez más entusiasmado por el litio y sus conexiones al rededor del mundo. ¿Hasta dónde nos lleva y qué sucede cuando lo seguimos?