Mirando por la ventana, es casi seguro que se vea a Nico al visitar el famoso Salar de Uyuni en Bolivia. Su casa está justo al lado de la principal carretera que cada día lleva a cientos de turistas, sentados en vehículos todoterreno, desde la ciudad de Uyuni hasta el inmenso desierto blanco. (O así solía ser, antes de estos tiempos de pandemia. Pero este es otro cuento).

Antes de entrar al Salar, la mayoría de los tours hacen escala en Colchani, un pueblito ubicado al margen del salar. Se toman unos minutos para desayunar o comprar recuerdos en el mercado turístico antes de salir corriendo.

Poc@s se paran en la casa de Nico, situada a medio kilómetro del pueblo. «Lo más cerca posible del Salar», como dice. El suministro de agua aún no ha llegado a esta zona fronteriza del pueblo. Por ahora, Nico y su comopañera llenan barriles en un pozo cercano cada dos días, para cocinar, limpiar, lavar y tomar.

Como la mayoría de l@s habitantes de Colchani, Nico viene de una familia de saleros. La gente de aquí se gana la vida cortando bloques de sal de la superficie dura del Salar de Uyuni, apilándolos en un camión y vendiendo la carga en la ciudad – o al menos así lo solían hacer. Hoy en día, la cosecha de sal ya no es muy rentable. Entonces, desde hace tiempo Nico buscó otra forma de ganarse la vida.

Elefantes para Collas

200308 Nico elephant

Algun@s turistas sí hacen escala en la casa de Nico. La mayoría son bolivian@s que se aventuran en el Salar en sus propios coches, o extranjeros que han comprado costosas tours individuales. En cambio a los que tienen el paquete estándar, ell@s sí pueden parar por dónde algo les llame la atención.

Y el patio de Nico sí que llama la atención. Ahí encontramos más de una docena de esculturas de sal en diferentes formas, desde animales hasta vehículos. Hay una llama de tamaño natural para montar, y un coche con volante para girar. Su pieza más famosa es una réplica a escala real de una camionetta, que Toyota le encargó para el rally Dakar que pasó por aquí hace un par de años.

Sin embargo, la mayoría de las esculturas de Nico son bastante más pequeñas, para que la gente pueda meterlas en sus maletas. Mayormente las hace en tres formas de animales. Uno de ellos es el elefante, que trae buena suerte – dinero – a los que se lo llevan a casa. Sobre todo l@s bolivian@s lo compran, l@s collas del altiplano, como él.

Llamas para Cambas

El Salar de Uyuni solía ser una destinación secreta para mochiler@s de Europa, Norteamérica o Israel. Aunque poc@s turistas israelíes aún vienen a Bolivia desde que el ex-presidente Evo Morales endureció los requisitos de visa, l@s turistas europe@s y norteamerican@s parecen haber envejecido. Las infraestructuras han mejorado mucho recientemente, lo que hace que el viaje sea algo menos aventurero. El salar se ha convertido en uno de los destinos más solicitados por turistas del mundo entero.

También los bolivianos visitan cada vez más la famosa maravilla natural de su país. Collas de la capital de La Paz, que ahora está conectada con Uyuni con varios vuelos directos al día. También l@s Cambas de las tierras bajas, que vienen de la capital económica de Santa Cruz, donde la gente es muy diferente. Compran la llama sobre todo, porque representa el altiplano de Bolivia, que para ellos debe parecer casi un país diferente.

Búhos para Asiáticos

Sin embargo, el cambio más drástico en el turismo de la región ha sido el rápido aumento de turistas de Japón, Corea y China. Entre diciembre y febrero suele ser difícil encontrar un hotel en Uyuni. Durante estos meses, el Salar está completamente cubierto por varios centímetros de agua, lo que lo convierte en un espejo gigantesco. Es como si uno flotara en el aire: todo su entorno es cielo.

La gente viaja desde Asia hasta Sudamérica sólo para vivir esta experiencia. Les gusta comprar búhos, sobre todo, porque aportan sabiduría. Nico los vende por un par de dólares cada uno, a los que aún tienen espacio en sus maletas. «Duran para siempre», les dice. «La sal es tan dura que ni siquiera el agua puede dañarla».

Antropólogo, cada vez más entusiasmado por el litio y sus conexiones al rededor del mundo. ¿Hasta dónde nos lleva y qué sucede cuando lo seguimos?